En la jungla de su locura, Tarzán cree que es Tarzán. El simio blanco chilla desesperado y espera que Chita haya podido llevar a Jane su mensaje de auxilio, para que lo salve de esa horda de pigmeos que lo tenía amarrado con una camisa de fuerza. ¡Aaauaúaaa..! ¡Aaauaúaaa..! ¡Vana esperanza!
Esa fue la última vez que se escuchó el famoso grito de “Tarzán de los monos, llamando a los suyos”; antes de morir Johnny Weissmüller recobró la razón y entró al Valle de la Luz, montado sobre Tantor, su fiel elefante.
De aquel gigante de la natación que ganó 52 torneos en Estados Unidos, rompió 67 marcas mundiales, ganó cinco medallas de oro en las olimpíadas de París y Amsterdan y nunca perdió una competencia, solo quedó una masa de huesos y piel que pesaba 30 kilos. Devorado por las fieras de Hollywood, “Tarzán, el rey de los monos” acabó sus días el 20 de enero de 1984, en el Hospital Psiquiátrico de Acapulco, México.